El Coronel no tiene quien le escriba.- Gabriel García Márquez.

 

La historia transcurre en un pequeño pueblo, sin mucho para hacer, oprimido por una dictadura que ha costado la vida a varios de sus habitantes, entre ellos, Agustín, el hijo del Coronel, acribillado en la gallera por distribuir información clandestina. Otros se ha visto obligados a huir;  excepto don Sabas compadre del personaje, un  poderoso hombre de negocios, (que no pierde oportunidad para sacar provecho de cada situación), único dirigente de su partido que  logró escapar  “milagrosamente”  a la persecución política.Desde las primeras líneas vemos la dura situación económica que el coronel y su esposa  enferma de asma, atraviesan después de la muerte de su hijo. Cada rincón de la casa huele a pobreza y nostalgia, a incertidumbre y eterna espera; día tras día han ido gastando sus escasos ahorros, producto de la venta de las pocas cosas de valor que tenían. Lo único que les queda es un gallo, herencia de su hijo, en el cual tiene el coronel cifradas sus esperanzas; mientras ve, como una a una sus pocas pertenencias van desapareciendo para pagar sus gastos y mantener al animal en contra de la voluntad de su mujer, quien insiste en que se deshaga de él. Pero es el gallo de Agustín, ¿Cómo venderlo? ; además en enero comienzan las peleas y su suerte podría cambiar.Afortunadamente los amigos de su hijo al enterarse de la situación, le proponen encargarse de la alimentación del ave, pues ellos también esperan ansiosos ahorrando cada centavo para la gran pelea.Los días transcurren con densa monotonía, las noticias que llegan son escasas y confusas por la censura, toda la espera se centra en el viernes cuando llega el correo y el coronel espera,  espera una carta que nunca llega,  quince años esperando  la carta de su retiro, quince años de excusas por parte de su abogado y de silencio del gobierno.Viernes a viernes se repite la escena, el angustiado coronel aguarda escondiendo su ansiedad, la carta que pondrá fin a sus vicisitudes,  pero  el resultado es siempre el mismo: nada.Esta estupenda novela de Gabriel García Márquez publicada 1961 fue llevada a la pantalla grande en 1999 por el director mexicano Arturo Ripstein con el mismo título que el original.

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