Neruda y sus veinte poemas

Sin duda el poeta Pablo Neruda ha sido uno de los autores más influyentes en el mundo literario, no solo latinoamericano, sino también mundial. Pero siempre ha tenido que lidiar con una situación bastante ambigua. Es que su obra siempre se ha ubicado entre dos polos.: en los últimos sesenta años, las críticas de los especialistas, de los profesores, de los amigos, de los lectores más arraigados fueron una especie de punto de partida para una «fundación poética» (dicha condición se estabiliza con la crítica de Amado Alonso en Poesía y estilo de Pablo Neruda, 1951) la cual modificaría completamente la poesía de lengua española. De esta manera se quebró como nunca antes todos los límites que existían entre la lírica y la épica.

Por otro lado se ubican los “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, que se convirtieron, para gran parte de la historia literaria y de la crítica, en la faceta aún modernista de la nueva fundación, mientras que para los lectores comunes que no tenían palabra pública era considerada como el objeto de una incontenible aunque acallada nostalgia. Esta obra era puramente lírica, Muy íntima, más allá de sus múltiples ediciones y de las modificaciones en el decir poético. Estos cambios que fueron haciendo cada vez más grande los intervalos de esos retornos y a la vez fueron reduciendo, de a poco el lugar de los Veinte poemas en la conversación.

Durante las últimas décadas del siglo XX, la coincidencia de públicos variados en relación con el lugar de su lectura fue perdiendo mucho alcances, y con él la vigencia. De igual manera se fueron borrando los márgenes de escucha y comentario de esos versos fragmentados que reúnen distintas memorias generacionales.

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